domingo, 14 de agosto de 2022

MÁS SOBRE CANAS

 
Se me ocurrió publicar otro post, o mejor dicho compartir en redes otro artículo sobre el tema de las canas y en general la aceptación del aspecto a medida que una se hace mayor. Como ha sucedido en otros artículos, se ponían como ejemplo de ello a quince actrices que han rebasado la mitad de la sexta década y ya no se tiñen el cabello ni se han hecho intervenciones quirúrgicas o cosméticas en el rostro. Pues bueno, las reacciones no se han hecho esperar. Y está bien, para eso una publica cosas en Facebook. Sin embargo, creo que no es tanto en el tema de los procedimientos de rejuvenecimiento cuanto en las reacciones que provoca el tema donde se debe centrar el interés.En fin de cuentas, estoy consciente y sé que cada persona, si cuenta con los medios y las ganas suficientes, puede mantener la ilusión de que detiene el paso de los años por su rostro o su cabello si así lo desea. Eso, aunque no sea mi opción personal, no se cuestiona. Ni siquiera se cuestiona lo que hay detrás, aunque ya puede resultar discutible en ciertos casos, si se parte de las justificaciones que se dan. Pero en fin, esta vez una reacción en particular me dejó pensando. Y no es nada personal, es que pensé que los tiros iban por otro lado.

 
Una persona se indignó con el artículo de revista digital que posteé porque dijo que se les sigue diciendo a las mujeres cómo tienen que verse desde el patriarcado. En realidad, resultaría un poco contradictorio, pues lo que hacía el artículo era mencionar las actrices que han decidido simplemente dejar de teñirse el cabello y no hacerse intervenciones en el rostro. Siempre me ha parecido que lo patriarcal era lo otro: teñirse el cabello para ocultar las canas, inyectarse u operarse para borrar las arrugas. Porque, si hablamos con sinceridad, ¿por qué se lo hace? Se dirá que para 'verse bien' (¿se ve 'mal' una mujer con canas y arrugas?) y para sentirse ídem. Sin embargo, y sin perjuicio de que esta no sea la motivación principal, me ha parecido que es para seguir 'gustando'. ¿Y a quién? Ya. No creo estar equivocada. Una mujer más joven está todavía 'vigente', puede ser elegida como pareja quizá con más ventaja que otra que dice la edad, tiene mechones blancos y solo se pone una crema simple en las patas de gallo. Y sobre todo, disimular los años crea la ilusión de prevenir el reemplazo por una más joven. Tengo la impresión de que quien se aviene al mandato patriarcal es la que modifica su aspecto con miras a aparentar juventud. Ojo, que no digo que esto sea ilegítimo, solo afirmo que me parece que es esta la actitud que se inclina a complacer mandatos patrarcales. 
 
Ahora, claro, puede haber quien se tiña el cabello de violeta o azul, se haga tatuajes en las mejillas y otras modificaciones por un afán iconoclasta, lo cual no calzaría ya en el caso anterior. Y que tampoco voy a atreverme a calificar de ilegítimo, ni siquiera a cuestionar y mucho menos a juzgar.
 
 
Por otro lado, se censuró acremente que fueran puestas como ejemplos solamente personajes de la farándula, y por eso he puesto a presidir este párrafo el rostro arrugado y con cabello canoso de la escritora Marguerite Yourcenar. Pienso en otras personas también, como Marie Curie, científica polaca-francesa, cuyos retratos en la edad madura la muestran bastante canosa. Pero además en lo que a aspecto físico se refiere generalmente los modelos están en la farándula, quizás a eso se debe que los patrones faciales ahora sean tan similares. En fin, quizás sea un acto de libertad tener todas la cara lo más parecida posible a la de la Mujer Gato, no sé. Lo cual tampoco creo que sea ilegítimo. A mí no me gustaría, pero como me lo han hecho saber y sentir hasta la saciedad, ¿quién soy yo para siquiera insinuar nada al respecto? 
 
Ahora también han aparecido insinuaciones de tendencia 'psicoanalítica' que sugieren que soy yo quien tiene un tema personal con esto de las canas y preocupaciones sobre el paso de los años. Tal vez sí, es posible. Pero hay motivos: cuando decidí, después de muchos años de hacerlo regularmente, dejar de teñirme el cabello, poca gente lo aprobó. Pero debo aclarar además que quienes  más y peor se opusieron fueron mujeres. Muchas se indignaron y hasta se enojaron conmigo. Y es ahí donde me nace un profundo ¿por qué? ¿En qué ofende a las mujeres que se tiñen que alguna deje de hacerlo? Es ese y no otro el motivo que me ha llevado a seguir defendiendo, incluso con el apoyo de publicaciones afines, mi opción, no como la única posible, sino como una válida y tan respetable como la otra. O las otras. He escuchado, asombrada, que hay personas que toman el hecho de no teñirse las canas como 'descuido' o incluso 'mala educación' o hasta falta de higiene o de respeto a los demás. ¿Es en serio?, me pregunto. ¿A tanto llega la obsesión con el paso de los años y el consiguiente cambio de aspecto?

 
Es importante aclarar que no me molesta que la gente se tiña el cabello o intervenga en su rostro para modificarlo (sería estúpido). Y aunque me da un poco de nostalgia y melancolía el paso de los años, tampoco me preocupa, pues el único modo de vivir bastante es cumpliendo años. Pero sí me he visto impulsada, por la actitid negativa o condescendiente (esa tenaz manera del irrespeto) de algunas personas, a explicar que, respecto de las canas, no soy la única mujer que lo hace, que los iconos de la moda y la supuesta belleza también han optado, en buena parte, por ello. Y que esa actitud es tan respetable como la de contarse la pequeñita mentira de que en el alma del cabello está el mismo color que en el tinte que lo recubre. Pero hablo por mí. Y sería bueno que así se comprenda. 

En las fotos: Carolina de Mónaco, Andy MacDowell, Marguerite Yourcenar y Chabela Vargas. Cuatro admirables canosas.